martes, 29 de enero de 2008

DIME QUE NO ERA ASÍ


Los que estamos rebuscando hasta en lo más recòndito del pasado, nos encontramos con vivencias que están ahí, gravadas en la memoria, y que sólo por el interés que ponemos en querer recuperar esos años para todos, ahondamos en lo más profundo.

Hoy os voy a recordar algo que seguro vivimos muchos de nosotros.

Sábado, qué más dá, un día cualquiera, de un mes cualquiera de hace 30 años.

Muy tempranito, eso sí, para aprovechar la tarde al máximo, dispuestos, lavaditos, para vestir, de lo poco que tuvièramos, eso sí, lo mejorcito, la colonia bien untadita, maqueaditos pero sencillos y unos cuantos duros en el bolsillo.

El autobús de linea a las cuatro de la tarde, que más dá de donde fuera nuestro destino era siempre el mismo, la alameda.

Reflejando nuestra imagen en la ventanilla cual de un espejo se tratase, había que causar buena impresión, ofrecíamos uestra mejor imagen. Ibamos pensando en lo que haríamos al llegar, cómo sería aquella tarde, pasearíamos, iríamos al cine, o reprímiriamos nuestros deseos sentados en un banco del parque, ¿qué haríamos?

Mientras en nuestro interior un cosquilleo nos avisaba, sabíamos que alguien nos esperaba, en un lugar que llegó a ser famoso por todos, en ese punto de encuentro, y te ibas preguntando, estará? a lo mejor no ha llegado, y si no viene, qué hago?, quizás más de una vez nos quedamos plantados, pero siempre por motivos indeseados.

Hoy ya no hay esos problemas porque el móvil, pertenece casi a nuestro cuerpo, siempre lo tenemos colgado, yo casi diría que nacemos con uno empotrado. Entonces, por aquellos años, la suerte y la sorpresa eran nuestro día a día, eran nuestros aliados.

Nos vamos acercando, y de repente, ahí está, qué nervios, què hago?, le beso, le doy la mano, hay mucha gente y todos esperamos, la sangre corre de arriba a abajo a toda velocidad, las rodillas flaquean y el cosquilleo interior ni se puede ni se quiere evitar.

Llegamos, "Hola", y nos damos un besito como el que no quiere, aunque en nuestro interior seríamos capaces de dar el mejor beso, ese que tanto soñamos. Què pena, que tontos éramos, bueno siempre existió algún espavilado, pero la mayoría nunca pasamos de un roce de manos, un abrazo apretado, alguna mano de excusión fugaz, que retornaba rápidamente al lugar de partida, con disimulo, pero atrevida.

Si tocaba baile, entonces era aún peor, la música te reblandecía aún más pero siempre te quedabas a las puertas, por más abiertas que estuviesen, nunca, nos atrevimos a entrar para coger lo que había al otro lado.

Hoy a mis años y cuando vuelvo la vista atrás, pienso "que grandes amores no fueron por la época en que nacimos, y que grandes pasiones quedaron sin haber vivido".

Aún con el pasar de los años, cuando paseo por ese sitio, veo sentados en sus escalones a todos ellos, chicas y chicos que esperaban para fundir unas ilusiones que nunca tuvieron destino.

Para mí, es un honor reconocer lo que fuimos y sentimos y no me pesa en absoluto lo que penseis los demás, porque sé que todos vosotros al igual que yo, tuvisteis esos sentimientos y recordaréis ese sitio.

Como se hace reconocimiento a los grandes monumentos artísticos, yo quiero traeros a la memoria "El desaparecido Banco Zaragozano", cuya esquina perdura, esa esquina de sueños de enamorados, de todos los años, de todas las èpocas, de todas las condiciones, de amores sabidos y no conocidos, de deseos ocultos, de miles de sensaciones, la esquina donde hemos soñado y sentido muchas generaciones.


Mi reconocimiento particular, a esa esquina malagueña, como monumento emblemático del amor de juventud.

3 comentarios:

ana Maria dijo...

Cuantas historias podría contar esa esquina si hablara. Cuantos nervios por la espera, como sentiamos las mariposas en el estómago...., intentabamos espantarlas, pero nada volvían una y otra vez.
Dicen que cualquier tiempo pasado fué mejor...., a veces si, no se puede generalizar, pero aquellos tiempos si que fueron buenos, quizas por nuestra inocencia, quizas porque los miramos desde la experiencia que nos han dado los años, y que nos hace pensar: ay si yo pillara esos momentos con lo que sé ahora.....
Pero eso no puede ser, vivimos aquello, nuestras miradas furtivas, aquellos coqueteos, esa flojera en las piernas...., cuanta belleza, cuanta inocencia.
Cómo te dije hace muy poco en un correo querida Conchi, esto que nos está pasando es el mejor lifting que nos podíamos hacer, porque hemos vuelto a sentirnos aquellos niños/as otra vez, nos ha rejuvenecido el alma y eso a la fuerza se tiene que notar por fuera. Gracias Conchi por hacer todo esto posible, Un beso, Ana

José Luis Martín Puga dijo...

Un breve comentario a modo de prueba, pues tengo problemas informáticos. Perdona compañera Conchi (lo envio a ver que pasa con la dichosa red).

José Luis Martín Puga dijo...

Como la prueba ha sido exitosa, ahora si te hago un comentario en condiciones, como Dios manda.
Es cierto que tengo problemas de conexión en los últimos 4 días. Desde el día 28 te intento mandar un correo a la dirección de Yahoo, dando respuesta al último tuyo en alusión al tema de la comida, y al día de hoy no lo he conseguido. Con los comentarios en el blog también he tenido problemas, y después de esmerarme en mis relatos, cuando he
he querido enviarlos, los intentos han sido fallidos. Así que ahora voy a ser breve (cosa que me cuesta) y te cuento rápidamente lo que quiero que sepas.
Comparto contigo (y más gente también: Arbolea, Barbero, Bubi, Diego), de que la comida la hagamos en un enclave no de Sierra, por el tema de las distancias y la orografía.
Considero que un lugar que nos vendría bien a todos sería La Herradura (a caballo entre Málaga y Granada). Pero con los problemas que tengo en Yahoo, abusando de tu infinita paciencia, te ruego hagas llegar la elección de este enclave a todos los potenciales asistentes al evento, con la petición de que contesten lo antes posible.
Sin falta, has de remitírselo a Barbero (nativo de dicha población), para hacerle saber que en esta ocasión él será el que tenga el honor de ser el anfitrión de la reunión, y que elija un sitio adecuado donde poder reunirnos.
No me voy a enrollar más, vayamos a que después de hartarme de escribir, al ejecutar el envio me dé una respuesta fallida. UN FUERTE ABRAZO, CONCHI.