jueves, 17 de enero de 2008

TODO SE DEBIO A LA NOSTALGIA


De alguna manera la idea del encuentro nació, porque un día, me sentí un poco nostálgica y me di cuenta que os echaba de menos , comencé entonces a pensar cómo podría yo hacer para buscaros, para saber que había sido de vuestras vidas, y más aún , para intentar que todos volviésemos a vernos, a encontrarnos de nuevo. Me parece maravilloso, que entre todos, con nuestras experiencias, reconstruyamos esa etapa tan hermosa de nuestras vidas, años que nos marcaron para siempre, vivencias que llenaron nuestro camino, muy especialmente en una época donde todo era cambio, donde entramos como adolescentes y salimos dispuestos a enfrentarnos a esa nueva faceta que nos esperaba.
Para mí particularmente, esos años fueron muy especiales, entiendo que no todos nosotros los vivimos de la misma manera pero yo quiero hoy daros algo de lo que yo sentía y que nunca pude olvidar, no me he dado cuenta de los años que han pasado porque siempre, a lo largo de toda mi vida, he tenido presente aquellos años, ¿ qué significó para mí la Universidad Laboral.?
Yo no voy a hablar de política, porque eso lo dejaré para otros compañeros que seguro saben más y porque ese es un tema que a mí sinceramente nunca me ha interesado, siempre he dicho que todos son iguales cuando tienen la vara de mando y no quiero entrar a cuestionar nada.

Año 1.976, exactamente el 5 de Octubre, críos de 13, 14 años todos inocentes, desembarcados de repente en un ambiente donde la libertad era algo existente y a lo que casi ninguno de nosotros estábamos acostumbrados; los que venían de Cheste, por ser un centro sólo de chicos, donde prácticamente se criaron unos a otros porque entraron allí siendo unos niños. Los que venían de otras provincias, porque la mayoría procedían de un ambiente rural y llegaban un poco perdidos, los externos de Málaga, venían de colegios de barrios dispuestos a dar de sí todo lo que se pudiera por intentar labrarse un futuro alga mejor que el que tenían nuestros padres, y las chicas, que decir de nosotras, procedentes de aquellas familias de los 70 donde la palabra del padre era la ley y donde no se nos permitía levantar la voz, para algunas de nosotras incluso sería la primera vez que íbamos a estudiar con chicos.
Nuestras familias, todas de clase obrera, la mayoría de nosotros sacados adelante a base de mucho sacrificio, pues los años que corrían no daban para más, donde haber podido conseguir la beca para estudiar era una gran lotería que no todos podían lograr, y gracias a que pasaron algunos años tras la muerte de Franco para que todos los sistemas y centros educativos empezaran a cambiar, pudimos disfrutar de unos privilegios que en pocos centros disfrutaban, tenemos que reconocer fuera de todo contexto de ideologías que los últimos coletazos del franquismo, fueron nuestros primeros años de alegría; y de esta manera, con esta suerte, con todas nuestras referencias, notas, fotos y papelillos, llegamos un día a la Universidad Laboral de Málaga.

De repente, un mundo nuevo y desconocido, se presentaba ante mí, se abría un abanico de oportunidades y de cosas que hacer y sola, podía decidir, respirar nuevos aires, lo que quisiera sin control de nadie, sólo con la responsabilidad de sacar unos cursos adelante sin fallar, pues, el no responder significaba ir a la calle. Reconozco, que eso era para mí lo que menos me importaba, porque yo sabía que tenía que estudiar, pero era algo asumido y que no me preocupaba, quizás porque esa fue una cualidad que tuve siempre, nunca nadie me tuvo que decir lo que tenía que hacer, yo lo sabía y pensaba llevarlo a cabo.

Una vez instalada y pasadas las primeras presentaciones, rubores y palabras cortadas, comenzamos nuestra aventura de crecer, en conocimientos y en humanidad, en saber estar y saber respetar. También es cierto que los profesores abusaban un poco, siempre tenían en la boca, haz esto o sabes que te expulsan, haz lo otro o ya sabes, creo que la palabra expulsión estaba bien gravada en nuestra mente y ése sería seguramente el motivo por el que tuvimos más respeto y si cabe un poco de miedo. A mí. por aquello de la altura (cosa que al principio me acomplejaba un poco, el medir 1,72), Ana Tere, la profesora de gimnasia, me eligió para jugar en el equipo de voleibol de la Uni, cosa que al principio no me alegró, pues era un deporte que jamás había practicado, me gustaba el atletismo, pero las cosas vinieron de esta manera, y verdaderamente con esto, se abrió un mundo fantástico para mí, entrenamientos, campeonatos, viajes, medallas, trofeos y muchas satisfacciones, tuve la suerte de ser un miembro de ese equipo; me sentía privilegiada y por qué no decirlo hasta un poco admirada por mis compañeros, y de veras que estaba muy orgullosa de ser de la laboral. Decir que eras de la Universidad Laboral, era casi como decir que eras de ……. Provincia de ……….
Lo cierto es que lo alumnos de la Universidad Laboral èramos bastante buenos en todos los deportes y destacábamos allá donde íbamos.

Mis amigos de antes, los que compartieron toda mi niñez, no entendían que me gustase estudiar en un centro donde pasaba tantas horas, pero yo no tenía palabras para saber explicarles ese mundo maravilloso que yo había encontrado allí. A ellos les parecían muchas horas a mí me faltaban, aprendí a saber convivir con gente muy diversa y a valorar lo que es la amistad y el compañerismo, tuve grandes amigos, que me apoyaron y ayudaron en muchos momentos y que jamás pude olvidar aunque desgraciadamente perdiésemos el contacto. Me enseñaron a valorar muchísimas cosas que hasta entonces ni siquiera me había parado a pensar, también me enseñaron a fumar, algo no tan bueno que me costó bastantes años poder dejar, el saber disfrutar de pequeñas cosas y a valorar muchísimo todo lo que se puede aprender de los demás.

De los amores, por qué no, también hablaré, aunque nunca fueron demasiado serios, nuestras enseñanzas no nos permitían pasarnos un pelo del límite establecido, por lo que los chicos siempre decían que éramos unas estrechas, pero esa timidez, ese respeto a lo todavía prohibido, creo que fueron la clave para mantener esa inocencia que muchos de nosotros conservamos hasta el final. No creáis que éramos de piedra y que en algunas ocasiones seguro que no nos faltaron ganas de lanzarnos, pero el respeto a lo aprendido e inculcado por la sociedad y por nuestras familias incluso el miedo diría yo a qué pasará, se imponía a cualquier deseo que pudiésemos tener.
Creo que precisamente esa inocencia es la clave de que hoy, nos veamos con ese cariño casi de hermanos que de nuevo se vuelven a encontrar, pero tuve grandes sentimientos, incluso nació en mí un gran amor, quizás el primero, el que nunca se olvida y que ahora no es cuestión de desvelar por quién aunque a algunos les pique la curiosidad.
Sólo sé que aprendí que hay que buscar las cosas más allá de lo que vemos, porque la pureza y la sinceridad a veces están escondidas detrás de lo que nunca miramos.

Tendría muchas vivencias y anécdotas que contar, pero ello me daría casi para un libro y quiero que todos participemos, el trato con los profesores, sus meteduras de pata, el viaje de estudio, la organización del mismo con D. Ricardo el profe de prácticas de oficina al que reconozco tenía un poco encandilado y siempre me llamaba para ver cómo iba el tema del viaje, mi primera aventura en avión gracias al voleibol, los bailes para recaudar fondos, y las canciones dedicadas en el comedor, el transistor debajo de la almohada por la noche para oir esa melodía dedicada en el Buho musical, son tantas cosas, que no acabaría, esas canciones que aún hoy al oirlas te trasladan al pasado, los puntos y coma del Borrego, la ironía del Anguita, el sarcasmo del Toribio, los nervio de Pablo, el profe de contabilidad, y por qué no la camaradería y los cigarritos de la Toti, cómo olvidar todo eso, jamás nunca olvidé, solo guardé en mi memoria.

Cinco años de mi vida, pasé allí, luego, de repente todo terminó, cada uno cogió su maleta y fuimos a conquistar el mundo, ese mundo que pensábamos conquistar, pero a pesar de hacer la promesa de vernos una vez al año, allí donde el dedo señalase sin mirar, jamás lo hicimos, después, el trabajo,la boda, los hijos, la familia y por qué no decirlo un camino recorrido lleno de satisfacciones, pero también de malos tragos y momentos regulares como todo ser humano, pero siempre mirando hacia delante, luchando como aprendimos todos. Hoy puedo decir que tengo una vida bastante equilibrada, que me emociona el haber puesto mi granito de arena para formar la familia tan estupenda que tengo, unos hijos admirables de los que me siento muy orgullosa , un marido adorable y que me adora pero, y que hay sin duda algo que os desvelaré, siempre lo dije y siempre lo diré, sin desmerecer nada de lo vivido, los mejores años de mi vida.
Mis años en la Universidad Laboral.

Para todos mis compañeros-as, deciros que tras mi apariencia de persona seria, siempre se escondió una romántica sensiblona, y por ser así como soy siempre vais a estar en mi pensamiento y en mi corazón y recordad todos que, por más vueltas que dé la vida, por más que nos empeñemos en ser, en buscar, en crecer, en tener, en poder, al final nos damos cuenta que sin corazón, sin sentimientos y sin el calor de la amistad y del amor, la vida no tiene sentido, se queda desnuda y pasa frío.
No dejemos enfriar esta relación que hemos recuperado, porque por muy liados y ocupados que estemos, siempre habrá un ratito para compartir con los amigos.

2 comentarios:

José Luis Martín Puga dijo...

Querida compañera Conchi. Cada vez que leo tus mensajes, me ratifico en la idea de que ambos estamos hechos de la misma fibra. Compartimos la misma sensiblería, y la lágrima fácil (que no la del cocodrilo). La nostalgía recorre galopante por las venas y arterias de nuestro cuerpo. Consideramos aquellos 5 años como los más determinantes en nuestras vidas. Es algo que honra a aquel que lo reconoce. No por ello somos personas menos íntegras, responsables y consecuentes. Es solo, que en nuestros corazones albergamos unos recuerdos que no estamos dispuestos a dejar en el peregrinar de nuestras vidas, sencillamente porque forman parte de nosotros, de la misma forma que conforman nuestro cuerpo, los huesos, músculos, venas y arterias,
que soportan la cotidianidad de hacer funcionar nuestra maquinaria, tan compleja como sencilla.
Gracias por el esfuerzo que estás desplegando por hacer realidad tus sueños más soñados, y acaso solo hacerte llegar mi solidaridad y mi aliento desde estas áridas tierras granadinas, para que los momentos que vivamos en el próximo mes de junio, superen con creces los vividos desde 1976 a 1981 (tarea que se me antoja díficil, casi utópica), pero que como los buenos gladiadores en la arena de los circos romanos, no cejaremos en el empeño de que sean unos días cuando menos inolvidables para nosotros (como actores principales del evento), y también para nuestras respectivas familias a las que considero es de justicia que hagamos partícipes de la alegría que a raudales derrocharemos el mes de junio. UN ABRAZO FRATERNAL.

ana Maria dijo...

Gracias Conchi, muchas gracias por hacer posible que nos hayamos encontrado de nuevo, gracias por devolvernos a esos años tan maravillosos...., gracias por compartir tu sueño con todos nosotros. Un beso enorme, Ana Mª