miércoles, 13 de febrero de 2008

ADICCIÓN A LA LECTURA


Tengo que reconocer que en todos estos años poco contacto he tenido con los amigos/as de la UNI, pues a la hora de escribir cartas nos cuesta mucho (yo sobre todo), pues se podrían contar con los dedos de una mano las cartas que he escrito, pero gracias al esfuerzo de Conchi y a otros compañeros, nos hemos embarcado en esta misión casi imposible que es la reunión de junio, y con ello el volver a retomar esta amistad que nunca se debería haber dejado apartada.
Conchi, con sus listados en el que figuran los nombres, teléfonos y e-mail de todos los compañeros (gran invento este), y Uceda gracias a su Blog, han logrado que nos pongamos en contacto con amigos/as que hacía 28 años o más con los que no hablábamos o no nos escribíamos, algunos me han llamado para preguntarme si voy a ir, a los que le he contestado que si (toquemos madera y que no pase nada), otros me felicitaron la navidad y me recordaron que yo fui el responsable de su adicción a la lectura. Y sobre este tema es el que voy a escribir.
¿Que pasó?, pues que el primer curso suspendí mecanografía, claro, os podéis preguntar, ¿que tiene que ver suspender mecanografía con la adicción a la lectura?, pues muy sencillo, como sabéis, para recuperar las asignaturas que nos quedaban pendientes teníamos dos oportunidades, aprobarlas en junio o en septiembre, así que sin preguntar a nadie, pensé que debía quedarme en la UNI con los demás compañeros que se quedaban a recuperar, los que nos quedábamos teníamos obligatorias unas horas de estudio tanto por la mañana como por la tarde (no se cuantas), pero imaginaos, todos pegados a sus libros y yo más aburrido que una ostra viéndolos estudiar (no podía llevar allí la maquina de escribir). La mayoría hemos leído las aventuras de Tintín, Asterix y Obelix, tebeos de Mortadelo y Filemon, del Jabato, etc., y algunos libros juveniles que sacaba de la biblioteca municipal como Sandokan o Los cinco, pero nunca, nunca se me hubiera ocurrido leerme una novelita de estas del Oste que leía la gente mayor (mi padre, tíos, etc.) pues, ¡no hay dibujos, que aburrimiento!, todo letras, como unas 96 o 128 páginas de letra pequeñita y apretada que apenas podías leer, pero como ya comente antes, estaba aburrido, así que el primer día, no recuerdo quienes fuimos, cogimos el autobús hacia el Puerto la Torre, y en el primer Kiosco que vimos nos compramos una novelita (fue de vaqueros pero no de Estefanía), ingenuo de mí pensé, bueno aquí tengo ya hasta que me vuelva a casa, con tantas páginas que leer me durará una semana por lo menos, claro, esa misma tarde ya la había terminado, así que subimos a comprar más. (A lo largo de los años se formó en la residencia un mini club de lectura, en las que varios compañeros nos llevábamos a la UNI 15 ó 20 novelitas de casa y allí nos las intercambiábamos, también algunos libros, aunque estos más escasos pues el presupuesto no daba para más). Al cabo de unos días, el tutor me pregunto: ¿qué haces tú aquí?, le conteste que estaba esperando a examinarme de mecanografía, se queda extrañado y me dice: has hablado con la profesora, pues que sepa en junio no hay recuperación de mecanografía, sólo en septiembre. Me fui a hablar con la profesora, que al contarle lo que me estaba pasando me dijo: No vas a venir en septiembre desde Valencia sólo por esta asignatura, te apruebo, pero cuando vuelvas el próximo curso me tienes que traer un trabajo de 120 folios por las dos caras (por suerte al curso siguiente ni me lo pidió). Bien, por este trabajo empezó mi afición a leer libros, pues pensé que para hacerlo con una novelita de 96 páginas no habría bastante, que como mínimo necesitaría un libro que tiene más páginas. Como en casa no tenía ninguno, le comente a un amigo (el del escrito del anterior blog que estaba haciendo la mili), que necesitaba un libro para hacer el trabajo de mecanografía, y me dejó Avenida del Parque 79 de Harold Robins, este era un libro para adultos y quizá por ser el primero que he leído (si no contamos los juveniles y los que nos obligaban a leer en Cheste), uno de mis favoritos. Como comprenderéis entre unas cosas y otras el trabajo no lo termine, pero el libro si.
Saludos.

1 comentario:

Conchi dijo...

Hola José Manuel, ya veo que como algunos, te has animado a escribir, verdad que cuando uno se lanza ya no hay quien te pare?, como todas las cosas de la vida, sólo basta con empezar, yo contaría muchísimas cosas pero deseo y espero que el resto del personal se anime. Me alegro por esa buena costumbre que adquiriste, yo jamás pude leer un libro entero ni ahora tampoco, soy una persona muy inquieta y de resolución rápida, no puedo esperar 30 páginas a que me digan lo que estoy esperando saber, las descripciones lentas y pausadas me matan, a lo mejor cuando desacelere mi vida, le encontraré gusto a leer, pero por el momento es imposible para mí.
Te contaré que hace unos años, me dio por pintar cuadros al óleo, y para no haberlo hecho nunca, no se me daba mal del todo, pero lo mismo, lo mío era terminarlo, no podía esperar ni a que se secaran, lo cual me dió un resultado de 2 cuadros por semana, lo que digo yo pintaba cuadros como el que frie churros y tuve que dejar de pintar porque ya no sabia donde ponerlos. Con todo me pasa igual, me gustan los resultados rápidos, es algo que no puedo evitar,quizás por ese motivo,conseguí localizar a la mayoría de vosotros tan pronto, porque comencé y eran horas cada día buscando datos, direcciones telefonos, correos, padres, hermanos, lo que fuera para encontraros y mi inquietud dió como resultado el teneros hoy a todos conectados y eso es algo que me llena de alegría.
Tú sigue con tu lectura, es un hábito que todos deberíamos tener.
Y yo a ver si soy capaz de hacerlo algún día.
Besos José Manuel, pronto nos veremos.