viernes, 29 de febrero de 2008

LLUVIA BAJO EL SOL


La pequeña lluvia que vimos caer ayer, enturbiando lo que parecía un día radiante, sólo vino a recordarnos, que alguien, muy querido lo estaba pasando mal. Luis Miguel, amigo mío, todo mi cariño para tí, intenta ser fuerte porque la vida es así y no queda más remedio que aceptar, me faltó tu abrazo y ver tus ojazos que seguro estaran enturbiados por el dolor, adelante campeón y no decaigas, que sepas que todos estamos contigo, y que te echamos de menos.
Cuando se pierde a un padre, uno queda huérfano como un niño aunque seamos mayores, porque nuestra infancia se va con ellos.
Ahora, el sol, ese sol que nos rodeó, sólo era energia de la más pura y positiva, de la que estamos tan escasos en estos tiempos. A caso ahora alguien me puede decir que no éramos especiales?, lo que yo digo, otra raza, ¡ que cálor!, ¡qué cariño!, ¡que dulzura!, la fraternidad como dice mi amigo Martín Puga se podía cortar con un cuchillo de espesa que era, y yo que deciros de mí, me setí feliz, muy feliz, y sé que no soy la única que siento y recuerdo con tanto amor, no ya lo que vivimos sino lo que quedó entre todos nosotros.
Sois todos unos cielos, mis niños, mis niñas, cómo imaginar cuantas satisfacciones me reportaría el ser tan cabezona como soy, pero me alegro tanto, que si volveis a perderos, cosa que ya no voy a permitir, yo os volveré a encontrar.
Os quiero


La mamita

3 comentarios:

José Luis Martín Puga dijo...

Querida amiga y compañera, es bien cierto que las gotas de lluvia que ayer cayeron, fueron las lágrimas (quizás de nuestro amigo Vallejo, hermano del alma de Barbero, que le mostraban su pena y solidaridad por el terrible momento que estaba pasando.
Comparto contigo tu reflexión de que ya que tu cabezonería nos ha llevado a vivir momentos tan entrañables como los que saboreamos ayer día 28, al menos yo tampoco voy a permitir que volváis a desaparecer de mi vida, cual si fueseis el mismísimo río Guadiana.
La vida me ha enseñado que el trabajo bien hecho a veces cuesta sudor y lágrimas, pero que los frutos que al final se recogen suelen ser jugosos y frescos.
Ayer, a tu lado, con las palabras emotivas de Carmelo, pude observar como a duras penas secabas las lágrimas que recorrían tus mejillas. Este hecho me corroboro algo que yo ya sabía, y que te he comentado ya en más de una ocasión. Rebosas sensibilidad por cada poro de tu piel, y es muy hermoso poder decir en lo sucesivo, que en Málaga tengo una amiga del alma a cuya puerta podré tocar siempre que lo quiera, y en cuyo hombro podré reposar mi frente si la vida me hiciese pasar por momentos que precisasen de tu incuestionable apoyo emocional. No puedo evitar ponerme también sentimental, cuando descubro que otra persona querida, es capaz de emocionarse con las mismas cosas que yo lo hago.
Gracias por ser como eres. No cambies nunca. Un besazo muy grande.

Conchi dijo...

Amigo José Luis, tus palabras siempre reconfortan a cualquiera que las leas, espero que la vida te ponga un camino liso y llevadero, pero si tu caminar algún día cambiase su rumbo, no dudes ni por un sólo instante que mis brazos están abierto y mi corazón dispuesto a lo que surgiera. Si que me emocioné y paré no sé cómo, y es que ser tan sensible a veces te hace sufrir demasiado, pero no deseo endurecer, porque esta sensibilidad y esta manera de ver la vida, me ha resuelto muchos enigmas y dificultades que la vida me ha plantado, no creas.
Ahora sólo deseo disfrutar de todo lo que verdaderamente tiene valor en la vida, la familia, los amigos y los momentos en que podemos sacar la cabeza y respirar profundo, porque todo va bien.
Gracias por entender como soy.

ana Maria dijo...

Querida Conchi, tu sensibilidad y tu cabezonería como tu la llamas, ha conseguido que todo esto sea posible. Fuimos muy buenas amigas en aquellos dos años, y siempre te recordé como una mujer alegre y sensible. La vida te ha dado una familia maravillosa...., te la mereces. Anoche hablamos y te dije que somos afortunadas, ya lo eramos por tener nuestras familias, pero ahora aún lo somos más por esta riqueza tan intangible que son todos estos amigos que hemos recuperado. Gracias Conchi, mil besos, tu amiga, Ana